Todas las mañanas, cuando el aire comienza a calentarse y favorece su vuelo, cientos de ejemplares cruzan nuestros campos de labor en busca de alimento seguro.
Pocas aves resultan tan familiares como la cigüeña blanca y pocas están tan arraigadas en las tradiciones como esta enorme zancuda que un día abandonó sus hábitos montaraces para asociarse al hombre en busca de sustento y protección.
Ave migradora por excelencia hasta hace relativamente poco tiempo, solo aparecía en territorio ibérico durante la época de reproducción. En los últimos años, sin embargo, contamos con un creciente número de aves nativas invernantes, a las que se unen bastantes ejemplares centroeuropeos.
La cigüeña blanca es un ave muy ligada al hombre y a sus actividades productivas, como dehesas, regadíos, pastizales ricos en ganado, cultivos de secano, así como zonas húmedas y herbazales naturales, en los que busca su alimento. En los últimos años, se ha incrementado el número de individuos que dependen en gran medida de los basureros, cerca de los que suelen instalarse nutridas congregaciones de parejas reproductoras.
La cigüeña blanca se considera “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas
Información: SEO/BirdLife